Si un artista es un productor constante de pinturas y objetos de arte, se puede decir que el coleccionista tiene la misma constancia en adquirir arte.
El buen artista va moldeándose poco a poco hacia obtener la maestría, el buen coleccionista también necesariamente va formándose y transformándose en un experto de su colección, de cada obra y de lo que expresa el conjunto de sus obras. Además de la información histórica de los autores y sus obras, la “convivencia” con las obras, le dará una información única que será inspiración para nuevas adquisiciones, hacia la perfección del grupo de obras elegidas, con un sentido íntimo del propio gusto, pero también consciente o inconscientemente con un mensaje artístico para dar, que es el aporte del coleccionista hacia la evolución o por lo menos el constante cambio que manifiesta el arte.
Como en el artista, en el coleccionista va creciendo la conciencia de la importancia de la conservación de la obra más allá de las circunstancias de la vida y de la importancia de que la obra sea admirada, vista, estudiada por cada vez más gente. En esta cuestión el coleccionista es un colaborador del artista para que su obra pueda transcurrir el tiempo y pueda ser valorada y revalorada por las nuevas generaciones. Los museos modernos en su mayoría están formados por la obra recopilada por los grandes coleccionistas de la historia, y hay colecciones que por su importancia y por supuesto por la prevención del coleccionista, tienen su propio edificio y museo.
Las grandes colecciones y coleccionistas tienen su nombre en la historia del arte y esto no es una exageración, la elección final de una colección, de una exposición es determinante para la suba o baja de los artistas, estilos y formas de arte. Ese antiguo sujeto del arte, el mecenas, el coleccionista, hoy también el curador de una muestra, una galería , un museo , una bienal, se ha transformado en el gran elector y también en el gran representante del público, esa elección e influencia no solo llega al público y a las colecciones, se puede decir que es una influencia para el arte en general, tanto o más que los propios artistas, porque también directa o indirectamente influirá en la nueva obra de los artistas, en los nuevos artistas y en los que están por venir.
¿Cómo nace el coleccionista? Es posible que con la adquisición de la segunda obra. Quizás cuando se empieza ver y vivir el arte, poder ver como esas dos obras “dialogan” dentro de nuestras sensaciones, notar como sus parecidos y diferencias se potencian y brillan más, cómo cambia la habitación donde se encuentran, sólo el arte puede hacer que un interior de arquitectura sencilla y aburrida se convierta en el lugar más maravilloso, la prueba más magnífica de esto podría decirse que es la capilla Sixtina.
A menudo se piensa que un coleccionista debe ser rico, en realidad se puede ser uno con un presupuesto reducido, y con buen ojo adquirir pequeños tesoros de nuevos artistas, yendo a las exposiciones de los artistas de la ciudad y tratar personalmente con ellos, también buscar en las exposiciones online, hoy día casi todos los artistas tienen webs o blogs, contactarse directamente con ellos puede reducir los costos de un compra.
Vivir la verdadera experiencia del arte sólo es posible con una obra original en frente, poder verla todos los días, los cambios que ella provoca en uno , la felicidad de ver como nuestros sentidos se afinan y son cada vez más sutiles, como crece nuestra capacidad de comprensión, poder ver los pequeños detalles, el color , textura, los cambios que le producen las luces de los distintos momentos del día, por momentos sorprenderse como una escena figurativa bien lograda parece cobrar vida, o las formas y colores de un cuadro abstracto vibran de forma ideal y perfecta transportándonos a un posible universo de belleza que sólo se puede imaginar.
El arte ha venido al mundo con la utópica tarea de tratar de equilibrarlo y hacer que sea más fácil vivir en el.
"Torre de Babel ", acrylic on canvas, 100 x 130 cm. 2007
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