sábado, junio 01, 2013

La felicidad

Estoy en el taller.
Toda nuestra carrera, todo nuestro esfuerzo y obra se tendría que justificar por estos minutos de felicidad después de haber trabajado todo el día en las obras.
En mi taller estoy rodeado de todo mi trabajo, placares que hacen de archivo de pinturas , por todas partes pinturas  a medio hacer, esculturas de madera en distintos momentos del trabajo, recién comenzadas o que sólo le falta el policromado, mesas con el desorden de los pinceles espátulas y  mil más utensilios.
Yo soy el primer espectador de las obras, por un momento trato de olvidar que las hice para verlas como el público.
Como pasa con los hijos quizás algunas viajen lejos por el mundo y acaben en un muy buen lugar, y otras nunca salgan del taller.
Trato de que eso no me importe, depender del éxito de mercado o figurar en las revistas para alegrar nuestro ánimo sólo puede hacernos infelices.
En cambio aquí en el taller la obra como ángeles de la guarda me custodia, me cuida de la distracción y la vanidad. La obra vuelve a tener esa función primigenia de ser algo así como un amuleto.
Como el mundo, el arte contemporáneo está convulsionado, todo parece reservado a un vano juego de ver quien tiene más exposición, quien es más aceptado, este juego es muy peligroso porque puede contaminar nuestro arte, anestesiar nuestro talento, y cegarnos.
En el taller me siento a salvo de todo ese carnaval, las obras me resguardan y puedo seguir haciendo.

"Ciudad" , acrylic on canvas, 97 x 130 cm. year 2005 

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