Para los artistas del segundo siglo renacentista la
instalación de la Academia clasicista dio el marco para terminar de poner a las
Artes Plásticas en igualdad con la Música o la Poesía. Fue necesario establecer
un esqueleto teórico que les aportó el sustento intelectual, prueba fundamental
de su nobleza.
El Arte para
liberarse de su parte artesanal se tiene que liberar de la materia. Separado de la artesanía,
Arte es lo intangible, todas las
intenciones del artista y las lecturas que se le puede dar a esas intenciones
que están expresadas en la obra, que adquieren una nueva dimensión y valor en
su contexto. La obra es sólo un vehículo para lo que en definitiva será pensamiento
puro expresado en un lenguaje universal.
El Arte no vive en las obras sino
en los pensamientos que expresamos sobre ellas, el acto etéreo de pensar, de
interpretar una obra, es la verdadera esencia
del “hacer” Arte, y entonces las nuevas
obras necesariamente nacerán de una reinterpretación, de una dialéctica entre
artistas y también entre épocas.
Las academias al poco
tiempo de su creación rápidamente fueron socias o herederas de los poderosos gremios
medievales puesto que como ellos tuvieron la potestad de acepar o expulsar a sus miembros, medir niveles de
calidad, otorgar membrecías, escalas, y certificados, aconsejar a los mecenas,
influenciar en la decisión de los encargos de la iglesia, del estado o de la ascendente burguesía.
Entonces algo que en
un principió sirvió para el progreso de los artistas, luego fue tornándose conservador, quizás más que los propios
gremios.
Aunque su aporte ya lo habían hecho: otorgarle a un objeto que antes era algo dudosamente
decorativo y sospechosamente dependiente de habilidades manuales, su espíritu,
su ideología, el Arte tiene que ver con un acto del pensamiento , más que con
el acto de hacer un objeto, y esto iba a ser el elemento de cambio en el futuro.
De ahora en más no podrá haber un arte importante para la
historia sin tener un armazón teórico que lo apoye, lo justifique, y también
sirva a modo de defensa contra teóricos “contrarios” de los otros movimientos.
En el siglo XVIII,
llegó la institucionalización de las academias, más organizadas y
articuladas con el Estado, la escuela Neoclásica otorgó escalas de valor a los
distintos estilos históricos del Arte de Europa, y surgió más que nada de una pretensión
de “corregir” la aventura realista del Barroco que se había desviado de los objetivos
idealistas del Renacimiento.
Las academias
clasicistas del arte europeo y el Neoclásico en especial trataron de instalar
lo que parecía iba a ser el Arte para los próximos mil años, pero la realidad es
que en poco tiempo un gran movimiento nuevo pondría todo en duda y en crisis.
A finales del siglo XVIII la crisis se llamó Romanticismo,
un cambio radical ideológico en respuesta a la organización escolástica sustentada en la Ilustración y la Razón.
Los artistas románticos no estaban en contra de la
intelectualización del arte sino más que todo de las nuevas instituciones de
validación que se estaban formando, y proclamaron una idea de libertad que ya
estaba presente en los grandes artistas desde mucho antes pero que en ese
momento pareció ser un golpe definitivo para las instituciones de arte.
El Arte no puede ser definido ni elegido por una institución,
ni por un grupo de notables, ni por el estado, ni aún tampoco por el público contemporáneo
que es cambiante y puede naufragar fácilmente en modas. Será Arte entonces lo que decida el
artista, no necesitará más que su
voluntad para serlo, no necesitará ser aceptado o pertenecer a
ninguna academia ni gremio, ser artista va a ser una decisión personal,
individual.
Entonces el Romanticismo fue la primera gran vanguardia
antiacadémica y desde esa época hasta hoy vamos a ver la repetición de esta contraposición
histórica, la instalación de academias y por el otro lado, artistas que en
grupo o solitarios con mejor o peor suerte las desafían.
Como en el primer Romanticismo, como ahora, es nuestro deber
como artistas, que nuestros anhelos de cambio, nuestro pensamiento, no se
anestesien en la comodidad del gremio, no podemos adormecernos y transar
elogios a cambio de endulzar nuestro arte, hacer un arte aburguesado y aceptado
por las academias del momento.
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