domingo, diciembre 16, 2007

El realismo


"Bella", acrylic on canvas, 27 x 37 cm. 2007

Las generaciones de pintores realistas se siguen sucediendo a lo largo de los años, la pintura realista sigue interesando a pintores y público. A veces con ligeras exageraciones anatómicas o algún tipo de pequeña carga surrealista o dramática como pueden ser las obras de Mark Ryden o Lori Earley el realismo sigue siendo para muchas personas el estilo de más llegada.
Y es que además de su lenguaje amable al público, y en primer medida rápidamente entendible o comestible, tiene algo de deportivo, algo de interpretación musical. Las narices , los ojos, las miradas, los desnudos por siglos representados una vez más y ahora se vuelven a intentar reproducir, como una vieja melodía clásica que el concertista eximio representa para aplausos de un publico maravillado.
Yo entro a la pintura realista como un descanso, un cable a tierra que después de pinturas surrealistas o de mayor fantasía formal me conecta con una “realidad” de formas mas reconocibles y quizás más tranquilizadoras.
De todas formas la Pintura que está más allá de lo que podemos ver no puede ser sólo una mera reproducción de lo que existe, las grandes obras del estilo tienen un enigma, un acertijo formal, es eso que nos transmite o no.
La pintura realista entonces a primera vista nos sumerge en una ensoñación, una situación de engaño, la forma de salir de esta primera impresión es aprender a no ver lo próximo, dejar de ver esa belleza aparente para luego “sentir” lo invisible, esa segunda lectura donde el espectador es activo, reproduce verdaderamente la obra para sí, la entiende, la asimila. Y quizás es en ese diálogo con la obra la única forma de relación profunda con la experiencia pictórica.

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